El primer capítulo de esta obra presenta un diagnóstico general y comprensivo del sistema educativo mexicano, en el que se identifican múltiples rasgos y aspectos que conciernen a la problemática educativa del país. Con base en ese ejercicio analítico, nos vamos a referir en el presente texto a varias cuestiones relacionadas con la educación y el futuro del país. El objetivo consiste en presentar líneas centrales de cambio del sistema educativo, así como proponer políticas generales que pueden diseñarse y aplicarse para cumplir los propósitos formulados.

Desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hemos reiterado que, en el presente, el modelo de desarrollo nacional muestra claros síntomas de agotamiento. Hemos insistido en la necesidad de partir hacia un nuevo repertorio de políticas, normas e instituciones que enfaticen la corrección de los excesos del mercado, reformen la plataforma fiscal para lograr una distribución de ingresos más equilibrada y equitativa, y posibiliten mecanismos de intervención para estimular el crecimiento de la economía y del empleo formales. Coincidimos en la urgencia de “desplegar una efectiva política anticíclica, que descanse en una estrategia agresiva de inversiones públicas y en una intervención cada vez más activa de la banca de desarrollo. Las acciones inmediatas deben inscribirse en un horizonte de largo plazo que incluya las reformas institucionales indispensables” (Cordera et al., 2009).

Asimismo, debemos ir hacia una forma distinta de entender las relaciones sociales, que sirva para cohesionar y colaborar en solidaridad, así como estimular la participación ciudadana, que es la base de la democracia. Consideramos que para lograr un futuro promisorio resulta indispensable consolidar valores y normas que den soporte al cambio, junto a un entramado institucional que responda con efectividad a las demandas de la población y del sector productivo.

La educación está llamada a cumplir un papel decisivo en los cambios que México requiere. No sólo porque la formación de individuos educados y capacitados es indispensable para impulsar una economía moderna, sino también y principalmente porque el proceso educativo, desde la formación inicial hasta la máxima especialización, transforma las maneras de pensar, actuar y relacionarse de las personas. La educación genera sociedad y genera cultura. Por ello de la transformación educativa depende, en gran medida, la gestación del cambio social y cultural que habrá de conducir el futuro de México.