Acciones de mantenimiento permanente

La alfabetización no es sólo una práctica social, sino también una herramienta de transformación social (Torres, 2008). Por ello, una de las claves del éxito de la alfabetización consiste en la incorporación de contenidos que fortalezcan el desarrollo de las actividades cotidianas de los adultos para que el aprendizaje tenga un impacto directo e inmediato en su entorno.

En este sentido, ante el contexto mundial, es imperativo tender un puente de la alfabetización hacia el aprendizaje a lo largo de toda la vida (Torres, 2009); es decir, que los gobiernos, en todos los niveles, asuman el desafío de trascender la educación inicial e incorporarla dentro de una oferta educativa amplia y permanente, que además valide los aprendizajes de las personas, no solamente en la edad adulta, sino a lo largo y ancho de la vida: en la familia, la comunidad y el trabajo, a través de los medios masivos de comunicación, en la participación social y en el ejercicio mismo de la ciudadanía.

Como una posibilidad de la posalfabetización, cabe mencionar que la experiencia en la aplicación del Modelo Integral para la Alfabetización de la UNAM muestra la necesidad de acompañar el proceso con un esquema de capacitación en oficios y actividades productivas, a partir de las habilidades del adulto, que haga significativo el aprendizaje y le permita, al concluir el proceso, aplicar la lectoescritura en su vida cotidiana y mejorar su calidad de vida, sin olvidar que el proceso ideal de posalfabetización es la incorporación del adulto al siguiente nivel educativo.

Asimismo, la creación de entornos y sociedades alfabetizados (UNESCO, 2011) es una tarea ineludible en la construcción de una política de acceso permanente a la educación para adultos, ya que a la par del aprendizaje de las competencias básicas de lectura, escritura y cálculo, se deben promover otras acciones en distintas áreas de atención con el objetivo de crear condiciones que permitan sostener este proceso: la salud, la nutrición, el impulso a proyectos productivos. En suma, todas aquellas actividades que apuntalen y faciliten el aprendizaje, mejorando la calidad de vida, son esenciales para lograr los objetivos de erradicar el analfabetismo, impactar en la disminución de la pobreza, reducir la mortalidad infantil y el crecimiento de la población, lograr la igualdad entre los géneros y sobre todo para alcanzar un desarrollo sostenible.

Es importante destacar que, mientras no se garanticen acciones que terminen con la reproducción de condiciones, estrechamente vinculadas al analfabetismo, el impacto no será significativo.

Las comunidades indígenas representan un importante desafío, pues la adopción de políticas lingüísticas apropiadas da cuenta de que la diversidad lingüística es predominante en la mayoría de los países que tropiezan con graves problemas en el campo de la alfabetización; es una línea de trabajo que requiere una atención específica y especializada. La utilización de la lengua materna se justifica en el plano pedagógico, pero es necesario ofrecer la posibilidad de una transición sin brusquedades al aprendizaje en lenguas regionales y oficiales. De igual forma, la incorporación a la alfabetización digital y el uso de otras tecnologías de información y comunicación constituyen un imperativo dentro de este tema.

Es importante la creación de entornos alfabetizados como una línea de acción que solidifique los procesos de alfabetización, la creación de condiciones para el ejercicio de la lectoescritura, conocimientos significativos que permitan crear las condiciones para la sostenibilidad de estos entornos, lo que garantizará la perdurabilidad de los conocimientos y habilidades adquiridos.

En suma, es ineludible que los gobiernos de todos los niveles destinen los recursos necesarios tanto humanos, como materiales, científicos, tecnológicos y por supuesto económicos, para el establecimiento de una política de Estado que respalde, mediante estrategias integrales y otras acciones, un modelo permanente de alfabetización.

Otra estrategia para enfrentar este desafío es la participación de las instituciones de educación media superior y superior y el papel del servicio social, ya que representan un importante activo en la contribución a la solución de los problemas prioritarios en nuestro país, a través de su participación en el diseño e implementación de políticas públicas para el desarrollo.

Como una forma de reforzar su responsabilidad social y por mandato constitucional, los estudiantes de las instituciones de educación superior (IES) deben realizar acciones de servicio social. En este sentido, la universidad debe fomentar su carácter social a través de la participación directa en el desarrollo regional y local, como una institución emprendedora que mediante innovaciones educativas e investigaciones aplicadas, incida de manera efectiva en el progreso nacional.

El servicio social constituye una estrategia más apegada a las necesidades de la sociedad al promover que cada vez más jóvenes enriquezcan su formación académica, su capacitación profesional y personal mediante una actividad en la que integren los conocimientos, habilidades y valores recibidos en escenarios reales; por lo tanto representa una estrategia viable para el desarrollo de un Modelo Nacional para la Alfabetización.