Introducción

En la segunda década del siglo XXI, 41% de mexicanos de 15 años y más está en condición de rezago educativo, es decir, su nivel educativo está por debajo de lo considerado básico: son analfabetas o no han concluido la primaria o la secundaria. Este dato confirma efectivamente que el rasgo más característico de la sociedad mexicana es la desigualdad, que el sistema educativo se encarga de producir y reproducir.

La desigualdad en el acceso a las oportunidades educativas es uno de los factores que contribuye a reproducir la injusticia social y prolongarla por generaciones. Está documentado que el rezago educativo es una característica generacional que afecta a todas las edades.

Lo que ha limitado la posibilidad de hacer de México un país justo y próspero es la profunda desigualdad social, en cuyo origen está el modelo de desarrollo económico, las insuficientes oportunidades de acceso a la educación, las diferencias de calidad de las opciones de formación para cada sector social, la mala distribución territorial de los servicios escolares y ambientes de estímulo cultural pobres.

La educación de menor calidad está asignada a los más pobres. El género, la ubicación geográfica, la condición étnica y la persistencia de usos y costumbres ancestrales inciden en esta situación. Existen sectores y grupos sociales en donde los padres y las familias no valoran suficientemente los beneficios de la educación; también hay situaciones extremas como son los casos de las personas con discapacidad que no pueden sortear las dificultades de movilidad por falta de accesibilidad en los centros escolares, niños en situación de calle, en hospitales o en reclusorios, adolescentes que trabajan, madres jóvenes y jóvenes embarazadas, hijos de padres agricultores migrantes. Para todos ellos el derecho a la educación es inexistente.

El problema es de naturaleza económica, política y de justicia social, puesto que la sociedad no ha cumplido con el deber de asegurar un nivel mínimo de igualdad de oportunidades educativas para todos sus integrantes. Mientras existan personas en situación de rezago, la sociedad misma estará limitada para desarrollarse integralmente.

El reto de ofrecer a ese tercio de la sociedad formas efectivas de educación de buena calidad es de dimensiones equivalentes —y aún mayores— al que representa atender a toda la población en edad escolar normativa.1 En consecuencia, semejante debería ser la inversión, el esfuerzo y la prioridad que se le conceda.

A la aspiración de la cobertura universal se ha seguido por la ruta de buscar, sin resultados espectaculares ni mucho menos, una mejor calidad de los servicios educativos, pero en ese camino se ha dejado a un lado la equidad. Cobertura con equidad y calidad conforman un conjunto articulado que favorece la justicia educativa y es la clave para combatir efectivamente el rezago educativo.

En términos educativos la igualdad consiste en otorgar las mismas oportunidades de estudio a todos, sin discriminación de ninguna especie; la equidad, por su parte, significa contar con una oferta educativa amplia, diversificada y pertinente, es decir, que atienda las necesidades de aprendizaje propias de las personas y sus comunidades.

La injusticia que soporta un país desigual provoca una frágil gobernabilidad, y en consecuencia, un clima poco propicio para el crecimiento personal y social. Ante esta situación, es necesario alcanzar un orden social digno que modere la miseria de los muchos y la abundante riqueza de los pocos.2 La desigualdad provoca tensiones sociales y pone en riesgo la paz social, sobre todo cuando la desigualdad forma parte de la normalidad y sólo se busca remediarla por medio de políticas y programas compensatorios de corte asistencialista que no resuelven el problema de raíz.

El rezago educativo que aquí se analiza comprende a la población de 15 años y más que no sabe leer ni escribir o que no ha iniciado o concluido su educación primaria o secundaria. En el año 2010, de acuerdo con el XIII Censo de Población y Vivienda, hubo cerca de 32 millones de jóvenes y adultos que no fueron atendidos en el sistema formal escolarizado.

El presente documento se compone de las siguientes secciones: un ejercicio de la ubicación de México en el contexto internacional en esta materia; posteriormente se presenta un análisis descriptivo de algunas de las principales variables que influyen sobre el rezago, básicamente con la información del censo de 2010, y a partir de esta descripción, se propondrá una categorización del rezago en México.

Adicionalmente se analiza el origen del rezago nacional, particularmente lo que tiene que ver con la falta de cobertura, la deserción y la no absorción de la población en los ciclos de primaria y secundaria. También, en secciones subsecuentes se hace una revisión de las causas del rezago y un análisis del desempeño de la institución encargada de enfrentar este problema. Asimismo, se plantearán los escenarios inercial y deseable de 2013 a 2023. La sección final se dedica al planteamiento de orientaciones generales de política, así como a la elaboración de propuestas para atender esta problemática social.



1 La matrícula total en los niveles educativos básicos de la primaria y la secundaria es, en promedio, de 20.8 millones de personas cada año, contra 32 millones en rezago.

2 Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2011), la brecha entre ricos y pobres alcanzó el nivel más alto de los últimos 30 años. México se sitúa como uno de los países más desiguales con ingresos 26 veces superiores para 10% de la población más rica (228 900 pesos mensuales) respecto a 10% de la población más pobre (8 700 pesos mensuales). El promedio entre los países de la OCDE es de nueve veces a uno. Y, de nuevo, aunque no es el tema central de este documento, no está de más insistir en que muchas de las carencias del pueblo de México, entre ellas el rezago educativo, tienen que ver con la desigualdad, la inequidad y la falta de oportunidades laborales en general en que se encuentra la mayor parte de la población. Sin salarios adecuados y dignos para los miembros que trabajan de cada familia, el acceso a la salud y, en este caso, a la educación sin duda seguirá siendo difícil y las nuevas generaciones seguirán aportando cada año montos importantes de individuos a la población en rezago.