Educación superior universitaria

Aquí se parte de que la educación superior es un bien público con rentabilidad social, no constituye un bien de servicio comercial o mercancía, como lo pretende la Organización Mundial de Comercio (OMC). Su función es formar a los ciudadanos para integrarse en las distintas dimensiones de la sociedad —conocimiento, valores de convivencia democrática, trabajo— y no sólo al mercado de trabajo.4 Esto enfatiza que las universidades públicas son responsabilidad central del Estado.

Las universidades públicas deben vincularse a las sociedades que las sostienen. Tienen que innovar en la perspectiva de la creación de una mejor sociedad, más justa y más democrática. Estas acciones deben basarse en un proyecto de nación, resultado de una visión de toda la sociedad, en una mirada de largo aliento.

El incremento sustancial de la cobertura de educación superior implica, entre otras cosas, revisar los aspectos financieros del mejoramiento, la ampliación y la creación de nuevas universidades públicas y el reforzamiento de las existentes. Sin embargo, consideramos que el aumento de la cobertura no tendrá los efectos deseables para el desarrollo del país si no se acompaña de un riguroso esquema de revisión institucional y curricular, de formación de maestros, seguimiento de estudiantes y establecimiento de condiciones de infraestructura y equipamiento necesarios para el aprendizaje.

En sentido contrario al de las políticas de homogeneización y estandarización, eso implica revisar las misiones, o finalidades, distintivas y únicas de las instituciones de educación superior en función de las características y necesidades sociales del país y la región en que se insertan. Esto es, definir sus vocaciones específicas en el marco de la globalización.5

Resulta entonces deseable realizar una valoración de la pertinencia y solidez institucional de los tipos de instituciones existentes (universidades autónomas, tecnológicas, politécnicas, interculturales, etc.), sus misiones y finalidades en contexto, y de ahí derivar estrategias de fortalecimiento, expansión, reconversión, reagrupamiento, etcétera.

Es necesario, asimismo, poner en marcha mayores y mejores iniciativas para una adecuada coordinación y regulación del sistema de educación superior. Un esfuerzo de estructuración que permita el establecimiento de acuerdos entre la autoridad educativa federal y las ies, así como una necesaria articulación en el conjunto de instituciones, tanto como entre los diferentes sectores que integran el subsistema, y entre éste, el nivel educativo previo y el sistema de ciencia y tecnología. Esto es, un verdadero sistema de educación superior. Debe revisarse el marco normativo y administrativo, que hoy presenta serias deficiencias, para regular y coordinar el funcionamiento de las instituciones públicas y privadas en los diferentes niveles de gobierno, con reglas claras de asignación financiera y también de rendición de cuentas.

Por otro lado se requiere revisar y flexibilizar los planes y programas de estudio de la educación superior en varios sentidos, con el fin de:

       Orientar proyectos que atiendan en forma conjunta calidad y pertinencia.

      Rediseñar la oferta curricular existente y crear nuevas carreras, con formación disciplinaria rigurosa y con salidas profesionales abiertas (no de superespecialización), sin reduccionismos hacia ocupaciones profesionales. Esto implica valorar desde su pertinencia disciplinaria hasta su futuro ocupacional en ambientes cambiantes.

      Posibilitar en los hechos la movilidad nacional e internacional de estudiantes y académicos, lo que precisa:

•     la revisión y definición de procedimientos de intercambio y movilidad, acordes a cada formación y campo disciplinario;6

•     la realización de reformas a la normatividad y al andamiaje institucional de la administración escolar en las ies, para que realmente puedan dar sustento eficaz a dicha movilidad.

   Incorporar temas transversales y dinámicos en los planes y programas de estudio (género, derechos humanos, democracia, sustentabilidad, avances científico-tecnológicos).

      Incorporar el dominio de una lengua extranjera o indígena dentro del currículum.

      Considerar la docencia para el nivel medio, medio superior y superior como una salida profesional en todas las carreras universitarias.

      Dar curso a una relación productiva entre la escuela y los ámbitos de aplicación de los saberes (en los servicios, en las empresas, en las organizaciones) e ir en contra del aislamiento que hoy se da entre estos dos ámbitos (el de la formación escolar y el social y productivo), mediante estrategias como prácticas escolares, estancias profesionales y el servicio social.

     Fomentar la realización de convenios con empresas del sector público y privado para la realización de las prácticas y estancias, que conecten a los estudiantes con el mundo de trabajo y las actividades propias para la aplicación de sus saberes, brindándoles, además, a los futuros profesionistas la posibilidad de establecer sus primeros vínculos laborales.

En lo que se refiere a los estudiantes, bajo la premisa de que el primer año configura un tramo crítico en la vida del joven que logra ingresar a las IES, se plantea:

  Definir estrategias y mecanismos que apoyen a jóvenes provenientes de sectores socioeconómicos y culturales desfavorecidos, en este periodo, a fin de prevenir el rezago y la deserción, y posibilitar así trayectorias escolares “exitosas”.

  Implementar programas de apoyo académico referidos directamente a las capacidades de lectura y expresión oral y escrita en los primeros semestres de las licenciaturas, que provean a los estudiantes de herramientas indispensables para una buena trayectoria escolar.

  Revisar los límites y alcances de los programas de tutoría, para replantear las estrategias que permitan una mejor atención para el desenvolvimiento integral de los estudiantes, en función de las características institucionales y contextuales de las IES.

En lo que corresponde al posgrado, es necesario:

   Ampliar sustancialmente la oferta pública de programas de maestría y, particularmente, de doctorado en áreas pertinentes para el desarrollo del país.

   Revisar la pertinencia de los programas de posgrado.

   Promover una razonable vinculación de los posgrados con los sectores productivo y de servicios que procure beneficios mutuos.

   Crear nuevos mecanismos, públicos y transparentes, para asegurar la calidad de los programas académicos de las instituciones públicas y privadas.

   Ampliar los apoyos financieros a los estudiantes para que concluyan exitosamente sus estudios y aseguren la obtención del grado.

   Analizar las diversas condiciones que inciden en la baja eficiencia terminal, para desarrollar programas específicos que permitan elevarla.

Los docentes de educación superior universitaria

La educación superior universitaria congrega alrededor de 329 mil profesores, de los cuales 68.1% está contratado por hora, mientras que 24.8% es de tiempo completo, además de algunos profesores de medio y tres cuartos de tiempo.

Por lo tanto, la situación de la planta docente de la ES debe verse en forma diferenciada, en lo que se refiere a los profesores de tiempo completo y a los profesores por horas o de asignatura. Estos últimos son quienes enfrentan condiciones laborales y salariales más precarias y sobre quienes recae el mayor peso de la docencia.

Los salarios nominales en las instituciones públicas no corresponden a la exigencia de formación y desempeño profesional que se exige a los profesores. Los modelos de compensación salarial (estímulos económicos, Sistema Nacional de Investigadores) para los académicos de tiempo completo han impuesto un modelo de prestigio que deforma la actividad académica, pero que fundamentalmente desalienta las vocaciones docentes: la dedicación a planear clases, preparar material educativo, buscar estrategias innovadoras en el aula y atender a los estudiantes en sus necesidades académicas reales.

Aunque han aumentado, y en forma notable, las credenciales académicas de los profesores universitarios, no se vislumbra en forma general la existencia de espacios institucionales destinados a su actualización, tanto disciplinaria como pedagógico-didáctica. La primera se realiza predominantemente en forma individual o voluntaria, asociada a los intereses profesionales y disciplinares, mientras que la segunda ha perdido su lugar en las IES, porque los esfuerzos se dedicaron sobre todo a incrementar el número de doctores.

Sin demeritar estos avances sustantivos, cabe sugerir la importancia de impulsar políticas institucionales que favorezcan la realización de diversas estrategias de formación de los académicos. Pueden señalarse, por ejemplo, las siguientes:

  Ocuparse de la actualización permanente, disciplinaria y pedagógica de los docentes de educación superior, por medio de cursos, talleres, diplomados (presenciales, semipresenciales o en línea) en las diferentes áreas del saber científico, social, humanístico y artístico.

  Otorgar reconocimiento a los académicos que aporten nuevas y renovadas prácticas pedagógicas y didácticas en el aula, que incorporen en forma productiva las TIC, así como al quehacer académico vinculado a las tareas previas, durante y posteriores al salón de clases.

   Revitalizar el trabajo colegiado (por academias, materias afines, tramos escolares, áreas de conocimiento, etc.) para fortalecer la labor docente.

  Recuperar la figura del profesor de asignatura, como la de un profesionista que ejerce en diversos ámbitos del mercado laboral y contribuye (mediante su experiencia) a fortalecer la formación de los estudiantes.

   Promover que los docentes de tiempo completo de carreras con orientación profesionalizante realicen estancias en instituciones o empresas vinculadas al ámbito de esa profesión para su actualización.

   Convocar a jornadas académicas para compartir entre docentes formas de trabajo educativo con estudiantes, a partir de temáticas afines o del empleo de estrategias metodológicas específicas.

   Promover el desarrollo de estudios sobre aplicación de estrategias didácticas innovadoras en las distintas áreas del conocimiento.



4 Véase Alberto Mayol Miranda, El derrumbe del modelo-la crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo, LOM Ediciones, Santiago, 2012, citado en Rodríguez Díaz, 2012.

5 “We need a climate in which colleges and universities are less imitative, taking pride in their uniqueness. It’s time to end the suffocating practice in which colleges and universities measure themselves far too frequently by external status rather than by values determined by their own distinctive mission” (Ernest L. Boyer, citado en Rodríguez Díaz, 2012).

6 Recuperar y analizar estrategias como transferencia de créditos, homologación de estudios, armonización de planes y programas de estudio, entre otros.