Actores educativos. Políticas dirigidas a la formación social y ciudadana

Para lograr los propósitos enunciados se requiere impulsar, entre los objetivos del Sistema Educativo Nacional, que el fomento a las vocaciones y capacidades en los educandos del nivel básico y medio superior se encuentre en consonancia con el establecimiento de políticas públicas, dirigidas a los padres o tutores, con base en un modelo de corresponsabilidad que tiene por objetivo consolidar los lazos de las escuelas con las sociedades locales.

En este sentido, es importante destacar que la estrategia de éxito para el desarrollo de la educación nacional tiene como punto de partida que la escuela sea el centro de vinculación y cohesión de la comunidad: talleres diversos, cursos de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), inglés y otros idiomas, entre otros, dirigidos a los jóvenes, inmigrantes, adultos mayores, mujeres trabajadoras, amas de casa, además de muchos otros actores. Estas actividades deberán generarse, en la medida de lo posible, del diagnóstico y la demanda de las propias localidades.

El papel de los medios de comunicación y de otros organismos es también muy importante para contribuir, mediante procesos de difusión y divulgación, al fortalecimiento de los procesos educativos por medio de contenidos que incluyan a las humanidades y las ciencias, y que promuevan su vinculación, señalando cómo impactan en el desarrollo de nuevas tecnologías y su utilización en los procesos de innovación que contribuyen a un incremento en la competitividad del sector productivo y en el fomento al desarrollo social, en un ámbito de interacción global. Asimismo, cómo pueden contribuir a la mejora de las condiciones locales y a la solución de problemas específicos de la comunidad.

Educandos

Respecto a los educandos, las políticas públicas para el mejoramiento de la enseñanza y la formación humanística y científica desde la infancia temprana deben estar unidas a la consolidación de la carrera académica de los profesores, tomando en cuenta parámetros comparativos en el nivel regional y nacional y las amenazas existentes en este momento hacia la carrera académica: envejecimiento de la planta docente y condiciones insuficientes para la jubilación, lo que pone en riesgo la necesaria renovación de este importante sector. Entre los mecanismos adecuados para conjurar estas amenazas, se encuentran los programas de consolidación de la descentralización educativa, con el objetivo de encontrar soluciones fiscales adecuadas a la crisis de las pensiones; sistemas de becas y estímulos para profesores; impulsar la vinculación de las diversas instancias de educación básica, media superior, pero también de la educación superior y el posgrado, con pleno respeto a la autonomía de los estados y de las instituciones que así les otorga la ley.

Padres, madres de familia y tutores

En cuanto a los padres, madres de familia y tutores, el Estado debe impulsar políticas públicas que coadyuven a incrementar su escolaridad, tanto por medios convencionales como no convencionales, incluyendo los de extensión y los basados en tecnologías a distancia. En este conjunto, es prioritario incrementar la escolaridad de las madres de familia. El informe más reciente de la OCDE muestra la importancia de la escolaridad previa de los padres de familia, sobre todo de las madres, en el desempeño del aprendizaje en los niños. El éxito escolar está ligado, incluso, al carácter migrante o étnico, pues los niños inscritos en escuelas en las que se enseña en español, con una madre hablante de lengua indígena, tienen desventajas mayores.

Educadores

En cuanto a la participación de los educadores, se requiere impulsar una política de mediano y largo plazo que contribuya a mejorar la educación en general, incorporando tres vertientes que son igualmente importantes: 1) la formación y la capacitación en las áreas más débiles del sistema educativo nacional: matemáticas, lectoescritura y computación, para contribuir decisivamente a la fortaleza de la planta académica desde la perspectiva de la formación continua y su capacidad de transmisión a los educandos; no obstante, como se mencionó anteriormente, es muy importante que se adopte una perspectiva descentralizada en esta materia y que se parta de las necesidades de las propias localidades; 2) la posibilidad de insertarse en el medio local, buscando soluciones científicas y humanistas a los problemas del entorno; y 3) programas de movilidad nacional, e incluso internacional, que propicien los contactos e intercambio de experiencias y tecnología con académicos y agentes de otras regiones o partes del mundo, favoreciendo las acciones de intercambio entre docentes desde la educación básica hasta el nivel superior.

El cumplimiento de estas condiciones sugiere la necesidad de fortalecer los modelos de evaluación de los educandos y de los educadores, con el objetivo de establecer indicadores claros de resultados y de avances en la superación de los rezagos que no sólo atiendan a la publicación especializada dirigida a los pares, sino que sirvan para generar un ambiente armónico favorable a la difusión y la divulgación del conocimiento científico y a la generación de tecnología en los ámbitos locales y regionales, así como en su relación con la innovación en las empresas. Estos objetivos deben estar unidos a políticas públicas de inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo, con una visión incluyente y de derechos.

Participación social y ciudadana

Uno de los instrumentos básicos para lograr los acuerdos entre los actores y la generación de una estrategia exitosa es la participación social que prevé la ley, tal como los Consejos de Participación Social, en los cuales puede generarse la demanda de los padres de familia, las necesidades de los educandos y de los educadores a partir de las demandas locales y nacionales.

En conclusión, en este documento se enfatiza la necesidad de revisar y adecuar los contenidos educativos para la enseñanza de las humanidades y las ciencias, en los diversos planes y niveles de estudio, así como su impacto en la innovación y el desarrollo tecnológico para hacer frente a las exigencias que demanda actualmente la inserción en la sociedad del conocimiento. No obstante, se reconoce que los valores humanísticos, científicos y tecnológicos requieren localizarse, es decir, anclarse en la vida comunitaria, pues sólo a partir de este arraigo es posible imaginar procesos de innovación social fundados en la apropiación y la generación de conocimientos relevantes para los actores sociales. Sólo mediante esta apropiación social es posible pensar en una integración democrática que fomente la equidad y el acceso a mejores oportunidades, en los ámbitos regionales, nacionales y globales. Es necesario impulsar la formación de calidad en los ámbitos humanístico y científico desde los diversos espacios educativos, con el fin de contribuir a la asimilación y la generación local y nacional del conocimiento, así como a la formación integral del individuo y de la sociedad de cara a las demandas que plantea el siglo XXI.

Políticas públicas

Para realizar estos propósitos se ha insistido en la implementación de nuevas políticas públicas que fomenten:

a)    La vinculación coherente entre los diversos niveles educativos: básica-media superior; media superior-superior.

b)     Relacionar estos niveles educativos con la sociedad y los sectores productivos a partir de las necesidades comunitarias y locales.

c)    Estimular la asimilación y la generación de conocimiento, desde lo local hasta lo global.

d)    Contribuir a la formación integral de los educandos, desarrollar el pensamiento conceptual y abstracto, fomentar sus capacidades cognitivas y físicas, así como proveerlos de herramientas para tener un mejor desempeño en la sociedad, con base en una revisión constante de los contenidos humanísticos y científicos de los programas educativos y su adecuación a los progresos del saber.

Los beneficios de una educación con un fuerte contenido de humanidades y ciencias son evidentes para reforzar valores como la libertad, la equidad, el laicismo, así como una actitud racional ante los retos y las amenazas que plantean los entornos locales e internacionales a la convivencia y supervivencia humana. Las humanidades y las ciencias son la base para la valoración de las creaciones culturales, la búsqueda de formas de desarrollo sustentable y regional equilibrado, el crecimiento económico, la capacidad para interactuar mejor con el entorno, para la superación personal y para el bienestar de la sociedad, el reconocimiento a la diversidad nacional, la democracia y, en fin, la superación de la pobreza, entre otros aspectos.