El proyecto educativo nacional

México ha contado con educadores que destacaron por su visión y porque lograron traducirla en proyectos, en derechos, en programas y en resultados evaluables. Hombres de Estado que se caracterizaron tanto por sus logros, como por su conocimiento y sabiduría.

Benito Juárez fue uno de ellos. Él designó a Gabino Barreda para presidir una comisión encargada de elaborar un Plan General de Instrucción Pública que incluyera todos los niveles. Esa comisión dio al país las leyes Orgánicas de Instrucción Pública de 1867 y de 1869. En esos ordenamientos se hizo de la educación una responsabilidad pública, se suprimió la enseñanza religiosa y se incorporaron los atributos de obligatoriedad, laicidad y gratuidad.2 En la Ley de 1867 también se estableció uno de los más importantes acontecimientos para la educación pública en México, la organización de la Escuela Nacional Preparatoria.

Esta institución, 43 años después, sería parte del basamento sobre el cual Justo Sierra organizaría el proyecto educativo, cultural y científico más importante de nuestro país: la apertura de la Universidad Nacional de México. Justo Sierra, quien fuera designado “Maestro de América” a instancias de varias universidades de América Latina, había ideado ese proyecto a los 33 años de edad, cuando era diputado de la República. También fue suya la idea de separar la Secretaría de Instrucción de la de Justicia.

Otro personaje notable de la historia de la educación en nuestro país fue José Vasconcelos, designado rector de la Universidad Nacional de México en 1920. Ese mismo año presentó una propuesta para la creación de la Secretaría de Educación Pública. El proyecto fue aprobado hace más de 90 años, en 1921, con Vasconcelos como primer secretario de la dependencia.

Vasconcelos era un convencido de la necesidad de que el Estado se hiciera cargo de la educación de la sociedad. Por ello desde su administración como secretario se lanzó una gran campaña contra el analfabetismo, se promovieron las escuelas rurales, se realizó una difusión importante de las bibliotecas, se contó con un proyecto editorial y se promovió la educación media.

Otros secretarios, en especial Jaime Torres Bodet, quien lo fue en dos ocasiones, al igual que Agustín Yáñez, dieron continuidad a los esfuerzos de alfabetización y de ampliación de la cobertura, con grandes logros en favor de la educación pública de nuestro país.

Estos educadores y muchos más, desde las aulas y desde diversas trincheras, fueron conformando un proyecto educativo nacional con una identidad propia que dio cohesión a nuestra sociedad. Este proyecto educativo se ha venido diluyendo en las últimas décadas sin que se logre sustituir por uno nuevo acorde a las características de la desigual sociedad mexicana, ni de la necesidad de dar mayor competitividad al país.

Tenemos necesidad de replantear y dar consistencia a los principios filosóficos, sociales, éticos y pedagógicos del proyecto educativo mexicano del siglo XXI y dar cumplimiento a la norma constitucional, que sitúa a la educación como un derecho social fundamental.



2 Hugo Casanova Cardiel, “La universidad pública en México y la irrupción de lo privado”, en Humberto Muñoz (coord.), La universidad pública en México, UNAM-Seminario de Educación Superior/Miguel Ángel Porrúa, México, 2009.