(Des)conexión digital y social

A esta generación se la considera “nativa digital”; esto es, aquellos individuos que han crecido inmersos en la explosión, consolidación y penetración de las tecnologías de información y comunicación (TIC), lo cual ha tenido implicaciones directas en las formas de socialización, sin perder de vista que ésta convive con otras generaciones que han presenciado, muchas veces pasmados (como algunos docentes), los procesos abrumadores de innovación tecnológica. En otras palabras, en este momento nos encontramos en el periodo de transición/adaptación que nos lleva a un cambio de hábitos y de formas de pensar, con estires y aflojes intergeneracionales.

Según algunos cálculos, dentro de 20 años estos “nativos digitales” podrían constituir 70% de la población mundial, situación que necesariamente tiene repercusiones importantes en los sistemas educativos. Los alumnos de hoy no tienen las mismas características de aquellos para quienes fueron creados los sistemas educativos tradicionales. A partir de esta realidad una pregunta pertinente sería: ¿es posible continuar enseñando hoy de la misma forma que antes, cuando existen los iPad, la fibra óptica, los sistemas satelitales de televisión, etcétera? Parece obvio que la respuesta sería negativa, incluso aunque no se disponga de estos medios en el aula.

Pero ¿se trata simplemente de un cambio de tecnología? Tampoco. Lo que debería transformarse es el modo en que compartimos el hecho educativo entre adultos, jóvenes y niños. Sería una falacia pensar que la imagen y los nuevos medios pueden “domesticar” a los “nativos digitales” sin un proceso de ida y regreso; entonces, es necesario comprender que la incursión de las TIC en la vida cotidiana está transformando no sólo nuestra relación con las máquinas, sino entre nosotros mismos a nivel personal, pues trastoca las características de nuestro propio yo y nuestra identidad y la distancia o cercanía con los otros; pero también modifica las relaciones laborales, al introducir nuevos esquemas de seguimiento, evaluación, procesamiento de información y pensamiento; toca de igual manera el ámbito comunitario, en donde algunas relaciones colectivas pueden ahora establecerse gracias a la conexión digital, aunque a la vez puede mermar el tejido social; y, finalmente, modifica las relaciones a nivel global, pues el intercambio masivo de información reduce las distancias de nuestro mundo pero reconstituye los desniveles y las desigualdades entre países, donde quienes poseen herramientas para leer estos códigos serán quienes terminen tomando las decisiones, lo que generará nuevas asimetrías sociales basadas en el acceso o no a elementos informativos.

Los datos de la gráfica 1 son evidentes pues confirman que la tecnología y su acceso no son un derecho, sino un privilegio. Según la ENJ 2010,12 el aparato tecnológico más usado era el celular, pues 32.3% de los jóvenes de 12 años lo tenía. El celular es frecuentemente usado por estos jóvenes para comunicarse con sus familiares, escribir mensajes, jugar y escuchar música. Tomar videos y fotografías también está entre los usos más frecuentes. Del total de los jóvenes de 12 años que cuentan con celular, aproximadamente 12% se puede conectar a internet desde su teléfono.


Gráfica 1. Niños que habitan en hogares con o sin servicio de internet, por decil de ingreso



Fuente: ENIGH, 2010.


Desde otra fuente (inegi, endutih, 2009), sabemos que los niños de entre seis y 12 años, 40.7% tiene acceso a computadora dentro o fuera del hogar. Los lugares más comunes donde las usan son: el hogar (43.1%), la escuela o institución de estudios (35.4%) y centros de acceso público con costo, también llamados “café-internet” o “cibercafés” (15. 8%), que además se han convertido en lugares de socialización infanto-juvenil. La misma encuesta revela que 51.6% de los usuarios de computadoras tiene acceso a internet, ya sea dentro o fuera del hogar. De éstos, sólo 17.4% tiene acceso diario a internet. Nuevamente, el hogar (47.1%) y los cafés-internet (39.2%) son los principales lugares donde se pueden conectar. Los usos más comunes de internet en este grupo de edad son: a) para cuestiones escolares, b) jugar y descargar videos, c) obtener información general, d) conversaciones escritas (chat y correo electrónico), y e) otras actividades de entretenimiento.

En este nuevo contexto de información y comunicación en el que están desarrollándose los integrantes de la generación del siglo XXI, los conocimientos son compartidos, y por lo tanto, el proceso de aprendizaje es multidireccional, multimodal e interactivo. Del lugar físico de la escuela como lugar privilegiado para informarse, se está transitando al acceso inmediato de los datos que pueden consultarse desde muchas partes (computadora, teléfono, iPad, etc.), haciendo que los materiales didácticos sean cada vez más asíncronos. Las fuentes ya no son esporádicas sino continuas, ya no son espontáneas, sino que hay entidades dedicadas a proporcionar nuevas fuentes de conocimiento. En el contexto actual se desarrollan medios compartidos y descentralizados. Las redes de telecomunicación se destinaban en principio para la difusión, hoy son de doble vía de contacto e interacción. En este sentido, las fuentes o redes nos permiten el paso de lo estático a lo móvil. En consecuencia, la enseñanza ya no tiene sentido sólo para proporcionar información, debería estar centrada en su análisis, jerarquización y validación.

Estas nuevas generaciones asumen la relación social como una “empatía tecnológica” (Martín Barbero, 2008); es decir, su cultura ya no se refiere centralmente a los objetos tradicionales, sino a la conexión/desconexión con los aparatos y su complejidad, y desde esta significación, se conectan/desconectan con los otros a través de las redes virtuales, si bien necesariamente se anclan con la realidad y las redes sociales de carne y hueso. Lo que sucede en Facebook o en Twitter se traspasa a las relaciones, percepciones y afectos en la escuela, con los amigos, con los adultos. Por lo tanto, si la educación no aborda esto o lo hace sólo para desacreditarlo o controlarlo, el rompimiento tocará no nada más la eficacia del conocimiento, sino el sentido de la permanencia en la escuela.



12 Encuesta Nacional de Juventud 2010