Introducción

Las humanidades, las ciencias, el desarrollo tecnológico y la innovación juegan un papel imprescindible en la formación integral del ser humano. El fortalecimiento de la enseñanza y el aprendizaje de estos componentes del conocimiento propician el pensamiento abstracto y la visión racional del mundo, basada en la formación de conceptos, lo que es esencial para el desarrollo de habilidades de lectoescritura, matemática, lenguaje y computación.

El fortalecimiento de los contenidos humanísticos y científicos, así como su equilibrio en todos los niveles educativos, es fundamental para la formación de una actitud reflexiva ante la vida y para que las personas desarrollen un compromiso serio con su aprendizaje. La superación del conocimiento parcelado y sectorial requiere de interacción en las variadas formas de enseñanza (Bourdieu, 1997: 131), con el objetivo de apropiarse de la realidad social.

La sociedad del siglo XXI requiere más que nunca de una cultura humanística y científica desde las etapas tempranas de la formación. Por ende, es necesario el diálogo y la interacción entre las humanidades, las ciencias, la tecnología y la innovación. Sólo esta actitud proactiva y dialógica entre las diversas áreas del conocimiento teórico y aplicado podrá facilitar la valoración de la historia, la geografía y las obras literarias universales y nacionales. Asimismo, sólo esta actitud propiciará la elaboración de un pensamiento complejo, de un razonamiento analítico y crítico para la adecuación y aplicación del conocimiento.

La inclusión de la enseñanza de las humanidades, las ciencias, la tecnología y la innovación en todos los niveles educativos que se imparten en la nación, es esencial para la formulación de preguntas y para la búsqueda de soluciones a los problemas de la creatividad humana, la convivencia y el bienestar nacional y global. Las sociedades modernas, sus estructuras, formas de vida, avances sociales, políticos, y sobre todo económicos, no pueden comprenderse sino como un fenómeno surgido de la creación del conocimiento (investigación), de la aplicación práctica de ese conocimiento (tecnología) y de su interiorización como un instrumento de transformación del entorno y del ser humano mismo.

En este sentido las humanidades, las ciencias, el desarrollo tecnológico y la innovación son necesarios para: a) asegurar el valor intrínseco del conocimiento y sus aportaciones al bienestar social; b) lograr el pleno desarrollo de las sociedades y de los seres humanos; c) ubicar el conocimiento como un recurso para el crecimiento económico y el bienestar social y humano; d) constituirse en factor de movilidad social y e) para humanizar al mundo y al ser humano mismo, aportando soluciones a los problemas de la sobrevivencia global.